Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2012
Me senté a escribir sólo porque ya no te soportaba dentro de mi cabeza. Me daba bronca encontrarte a cada instante. No me dejas en paz. Incluso cuando sos una proyección de vos mismo dentro de mi. Me miras de reojo. Sonreís victorioso. Otra vez me llevaste al punto del desquisie. Hace más de un año que estamos así, y seguís pudiendo ganar. Te miro con odio. _Cuando me vas a dejar en paz? _Cuando sepas dejarme ir. _Ya lo hice! _parece que no. - Y se ríe entre dientes. Odio que haga esas cosas. Me enferma y quema la sangre dentro de mi, me arden las venas. De apoco fue consumiendo mi interior. Sólo me observa, pero ya no quiero que lo haga más. Me molesta. Los nervios se alojan una vez más en mi estomago. Pesan. _ Por qué no podes acostumbrarte a esto? - Y lo dice con esa dulzura tan repugnante que da unas nauseas insexplicables, mientras que sin reparse en mi reacción se sienta al lado mío y toma la mano que tengo libre. _Porque no me gusta. _pero, ¿ por qué? Eras feliz conmigo,

8. Las viudas de santo domigo

Ese fue el problema. Al principio tu abuela, perla no decía nada. Siguió su vida como si nada y  yo seguí viendola traer a sus hijas a jugar a la plaza. Todavía María y tu mamá no habían nacido. Al poco tiempo quedó embarazada, por cuarta vez, y el tipo emezó a sospechar, pero no dijo ni hizo nada. Pasaron dos, o tres años así. Hasta que un día, tu abuela, me confesó su amor, como también confezó lo imposible que sería. 'somos un error del destino Adrián esto no puede ser. Perdoname' Lo repitió una y otra vez. Y cuando nos quisimos dar cuenta estabamos los dos entrando a mi habitación, para poder saciar nuestras incansables ganas del otro. Era normal que una mujer así buscara un escape como un engaño. Oscar no le daba ni pelota, y nuestros encuentros se empezaron a repetir. Descuído todo por mi culpa. Ahora me arrepiento. Sí no fuera por esa vez que se olvidó de ir a buscar a las chicas, Oscar jamás hubeira sospechado nada. Tu mamá ya había nacido para ese tiempo. Tenía un par
Vos entendiste que yo no era perfecta, ni mucho menos. Aceptaste todo lo que era, permaneciste ahí cuando nadie más lo hizo. Me escuchaste gritar de furia, reirme a carcajadas y llorar desconsolada. Me encontraste en la más eterna oscuridad, en la claridad que cega, me encontraste siempre a mi misma, cuando quise dejar de serlo. Me hallaste a mi, y supiste respetar todo lo que soy, aún cuando hubo veces en las que arrazó con vos. 

7- Las viudas de santo domingo.

II Viajar en el tiempo _¿Queres saber por qué? _Sí. _¿Le preguntaste alguna vez a tus tías? _No. Se quedó callado.  Prendió la vieja camioneta de vuelta, dio una vuelta en una subida de auto  y cambiamos de dirección. _ ¿A dónde vamos?- pregunté _ A viajar en el tiempo.- Contestó con una sonrisa picara. Sabía que yo lo iba a entender. Anduvimos por una hora por una avenida bien iluminada. Llegamos a una localidad que yo no conocía. Jamás había antes estado ahí. Dio un par de vueltas, y se estaciono  en frente de la plaza principal. Bajamos. Hacía calor, aún cuando estaba bien entrada la noche.  Lo seguí en silencio.  Nos sentamos en uno de los bancos. Podíamos ver toda la plaza desde ahí. Adrián se quedó mirando el lugar con los ojos cargados de melancolía. Paso un rato hasta que abrió la boca y comenzó a contarme. _Yo no soy tu abuelo.. porque tus tías, no son mis hijas. – Lo miré sorprendida pero no dije nada. Quería que él continuara su historia- Yo… concí a

6. Las viudas de santo domigo

A Adrián le encantaba manejar de noche. No se bien porque. Cuando era chiquita, me contaba historias en las que decía que cuando uno manejaba por ciertas calles de buenos aires por las noches, podía viajar en el tiempo. Siempre tuvo ese ingenio sorprendente para sus historias, y yo que permanecía todavía en la feliz infancia me lo comía con los ojos cada vez que me contaba esas historias. Un día dejo de contarlas, y al siguiente, yo dejé de pedirle que me las cuente. Cuando me quise dar cuenta, ya mis primos se habían ido lejos. Mis tías estaban deprimidas y se juntaban para reírse de si mismas, y yo, tomé un lugar en la mesa. Sólo escuchaba, y después también empecé a opinar, pero no tenía mucho que contar. Así se nos escurrió el tiempo entre los dedos, y a veces pienso que la casa esa tiene algo raro, nos hizo a todos refugiarnos ahí. A todos no. A los que quedamo, pero parecía sólo haber dos opciones. O te quedabas ahí o te marchabas para no volver nunca más, pero lejos o cerca

5. Las viudas de santo domingo

No habíamos ido porque nos dolía que Estela (Que yo seguía sin saber quien era) se había marchado. Habíamos ido pura y exclusivamente para que después no soportar a nuestras otras tías llamando por teléfono para averiguar por qué no habíamos ido, y tratando de meter púa. Nos quedamos varias horas recostadas sobre el pasto de la plaza, ya era de noche.  Adrián venía a paso lento a donde estábamos. _Vamos?- preguntó- Ninguna contestó. No hizo falta. Nos levantamos y nos fuimos, sin saludar a nadie. No valía la pena seguir careteándola. Desde la puerta de la casa de velatorios, Yolanda nos miraba con una mueca sumamente venenosa. Yo preferí no mirarla. Mis tías eran más peleadoras que yo. Le mantuvieron las tres la mirada hasta que ella se rindió y entró. _Por suerte, hasta el próximo funeral no las vemos _ Siempre tan positiva vos Olga.. Te vas a arrugar si seguis siendo tan amarga.. _Adrián, ya estoy arrugada. Estoy vieja y no me queda mucho.. ya lo sabemos. _Tía.. viej

4- Viudas de santo domingo

_Le avisate a tu mamá nena? _.. ¿Para qué le va a avisar si ya la conoces a Laura? No se haría cargo de que la conocía.. _Ema, no seas así. Es su tía la conocía.. debería ir, respeto a la familia y al nombre que tiene. _ Pero sabes bien que su madre no se hace cargo de nada de eso. Seguro está muy orgullosa en su gran mansión con amigos de su ‘clase’ y bien se olvido de que ella creció acá. _Tema de Laura si quiere o no venir, ustedes no sean dos nenas peleandose y demuestren la edad que tienen. Al final, la nena se porta mejor que ustedes… _Adrián, ya no soy una nena.. tengo veinte años. _Para mi siempre vas a ser ‘la nena’- dijo y sonrío con dulzura. Adrián era un persona muy fría, y jamás se le escapaba el afecto. De hecho era una de las pocas veces que lo veía expresar algo de cariño. No se cuanto tardamos a decir verdad en llegar a Castelar, se que me quedé dormida en cuanto me subí a la camioneta de Adrián. Un viejo trasto, que se caía a pedazos pero que nos llev

3. Viudas de santo domingo.

 De apoco, fuimos enloqueciendo todos un poco, aún cuando no lo quisimos ver y nos habíamos atado a la cordura como si no hubiera un mañana, ahí estabamos sujetos a la nada misma, cayendonos al abismo. Ya no había nada por lo que permanecer cuerdo, y sin embargo volverse loco no era un lujo que todos nos podíamos dar. Yo sí, sabía que si terminaba de desquiciarme iban a esconderme en algún oscuro rincón del enorme departamento que tenían mis viejos en  recoleta y cada vez que alguien  preguntara por mi contestarían que estaba de viaje en algún exótico lugar, y cambiarían en seguida de tema. Con mis tías pasamos largas tardes imaginado qué podíamos hacer por desaparecer del mundo y a la vez permanecer en el. Adrián se cansó rápido de escucharnos, y antes de que nos dieramos cuenta, un día completamente fuera de sí nos dijo que dejemos de habar boludeces, que ya estabamos grandes que si seguíamos juntando para hablar de esas cosas, él jamás volvería a abrirnos las puertas de su casa

Las viudas de Santo Domingo * (2)

Ya era tarde, pero como era verano, nos nos ibamos todavía cada una a su casa. Adrían vivía ahí, y no tenía problema en tenernos ahí todas las horas que nosotras querramos pasar ahí dentro. Yo venía cansada de hacer unos trámites de la facultad y con la cabeza a mil por hora. Me había peleado con el que era mi novio. Estaba con otra. Nos habíamos puesto de novios cuando yo tenía dieciséis, ibamos cuatro años y la mitad de la relación se la paso engañandome con otras que preferí no saber sus nombres. Me sentía estúpida y abruamada. A veces, creía que lo de mis tías y mi mamá era una maldición,  la suerte de mis primos también por ende, de rebote a mi también me caía. No tenía ganas de lebantarme ir a casa y aceptar que estaba rendida. Aceptar que no podía cambiar lo que venía predestinado para nosotros. Mantenía fija la vista en la mesa. Olga no habló en toda la tarde. Ya harta de que yo permanecía en mi propio mundo abrió la boca sólo para retarme. _Deja de amargarte nena…

Las viudas de santo donmigo (comiezo)

Había empezado a escribir para no sentirme sola en mi propio mundo, para volverlo real y poder hacer entrar a quien tuviera ganas de formar parte. Después con algo de tiempo empecé a hacerlo porque había cosas que no quería que se quedaran guardadas sólo en mi memoria, quería volverlas tangible para todos los demás. Quería contarles esa historia, que era muy mía, tanto que a veces me daba hasta escalofríos escribirla. Aún así lo hice, y terminé redactando lo peor y lo mejor de nosotros, y jamás lo saqué a la luz, bien por miedo a ser juzgados por los demás, bien por miedo a que los míos me odien. Tenía cuatro tías mujeres con historias difíciles, yo a mi abuela no la había conocido porque falleció muchos años antes de que a mi se me diera por existir. Adrián era familiar de todas menos mío, nunca entendí por qué, ellas le decían papá pero yo no le decía abuelo, y era uno de esos capítulos sin resolver en mi vida, era de esas cosas que en mi familia saben todos menos uno, que se cu

(5- fin.) Tres Coma catorce

La inteligencia que presumis tener,  tus sonrsias falsas, tu ego implacable, tus mentiras incansables. Tus historias de papel, que vuelan en el viento y se queman en el tiempo, tu verdad que nunca fue. Tu estúpida risa, que antes encontré contagiosa. Tus mirada ardiente que congela en un instante. La ironía en tu voz. Esas frases tan tuyas que al principio me gustaban y hoy me dan asco. Los abrazos rotos que compartimos, las lágrimas que hoy tenemos, cargadas de gritos, las palabras que nunca nos dijimos y hoy están de más. Porque ya no queda nada, entre nosotros dos Del amor al odio, dicen que hay un solo paso, pero el camino de vuelta, es eterno*