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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Miedo

 Hola, te extraño. No me animé a escribirte, pero necesitaba escribirlo. Tal vez algún día te enteres que hace rato escribo de vos. O no. Probablemente no suceda. A veces me es muy difícil poder decir en voz alta las cosas que me suceden.  El miedo también es esto.  A que sepas, a que te enteres que te abrí la puerta y me siento un poco a la deriva. Me trepa, me come, me perturba este nivel de exposición pero cuando a la madrugada me sacas estas carcajadas tan auténticas se y entiendo que no tengo que tenerte tanto miedo. Por ahí mañana me de un arranque de valentía en un desvarío verborrágico y te suelte cuanto te quiero y lo mucho que te extraño en el medio de este silencio. Porque el miedo también es a las cosas lindas.

De lo que no supe decir

  Te merecías una despedida mejor que esta. Te merecías una conversación hasta que saliera el sol ausente sobre la general paz, y las luces que habíamos visto desvanecerse al atardecer emerger nuevamente. Te merecías que dejara de divagar un rato y pueda explicarte un poco de todo y no un párrafo enredado a altas horas de la noche cuando entre la angustia y el desconcierto no hubiera sabido cómo decir todo lo que no entendía que quería decir, y tal vez después, entre tanta angustia reírnos un poco, porque creo que es lo que siempre hicimos mejor. Reírnos a carcajadas, hasta las lágrimas, estallados. Me hubiera gustado que fuera en la terraza de la casa de tus viejos, sentados en la escalera viendo el tiempo pasar y los autos correr en la autopista, de la misma forma que corrió la vida entre nosotros y nos llevó a caminos tan distintos en un instante eterno, como el que me desgarraría el alma mientras bajaba las escaleras en Moreno para tomarme un subte que me hizo cruzar la ciudad.