Me senté a escribir sólo porque ya no te soportaba dentro de mi cabeza. Me daba bronca encontrarte a cada instante. No me dejas en paz. Incluso cuando sos una proyección de vos mismo dentro de mi. Me miras de reojo. Sonreís victorioso. Otra vez me llevaste al punto del desquisie. Hace más de un año que estamos así, y seguís pudiendo ganar. Te miro con odio.
_Cuando me vas a dejar en paz?
_Cuando sepas dejarme ir.
_Ya lo hice!
_parece que no. - Y se ríe entre dientes. Odio que haga esas cosas. Me enferma y quema la sangre dentro de mi, me arden las venas. De apoco fue consumiendo mi interior. Sólo me observa, pero ya no quiero que lo haga más. Me molesta. Los nervios se alojan una vez más en mi estomago. Pesan.
_ Por qué no podes acostumbrarte a esto? - Y lo dice con esa dulzura tan repugnante que da unas nauseas insexplicables, mientras que sin reparse en mi reacción se sienta al lado mío y toma la mano que tengo libre.
_Porque no me gusta.
_pero, ¿ por qué? Eras feliz conmigo, me pediste que nunca te deje.. y acá estoy para nunca abandonarte- Y sonreis otra vez. Eso me molesta más que nada. Tu sonrisa venenosa.
_Pero.. es que ahora quiero que te vayas.
_Ya no puedo. Porque ya soy más parte de vos que yo mismo.
_Sólo quiero que te vayas. Andante, no quiero verte más-
Siempre lo mismo. Otra vez lo mismo. Las lágrimas corren por mi rostro. Y ya no lo quiero mirar. Javier es así. Siempre lo fue. Tan sádico a la hora de querer a alguien, y no se detiene. Suelta mi mano y coloca la suya en mi mejilla, me obliga a mirarlo.
_No llores.
Ya no quiero estar ahí. No más, no con él. Me levantó y me voy, y a mis espaldas todo se desvanece, incluso él.

Comentarios

Entradas populares de este blog

2019

A mis 19