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Mostrando entradas de agosto, 2022

Felipe

  Tus ojos marrones contemplan los míos. Me miras bien. Me miras serio, me miras hasta lo más hondo del alma. Tus manos pequeñitas se ubican enmarcando mi rostro. No decís nada. Nos miramos un largo rato en silencio. Esta es la intimidad que nos da la complicidad. De ser tu compañera de juego, de cuidar de vos. Tu risa llega desde el centro de tu panza, se te ilumina la cara. A vos la magia te abrazo desde el primer día cuando el sol tiñó tu pelo de dorado. La luz te habita, todo lo bueno te habita. Le pido al universo que esa magia tan preciosa que posees de infancia te perdure en la vida, te acompañe, te cuide. Tu infancia vuelve mágica mi adultez. Porque creo que aunque la oscuridad a veces reina este mundo, también existen quienes iluminan, y vos brillas como el sol en las mañanas de verano. Tu abrazo de risa genuina acobija como la brisa en las tardes de calor.

Resabio

  Hace rato no te escribo nada. Supongo que quedó relegado a las madrugadas que compartimos, y en las que, aunque estabas lejos yo sabía que me abrazabas. Hubo muchas veces en las que pensé cuándo sería la última vez que te escriba algo. Un día sucedió sin más. Sin penas ni glorias te escribí por última vez unas líneas apuradas para no olvidarme lo hermoso que fue quererte tanto en una extraña adversidad. Hoy me acordé de ese amor extraño que creció como sin querer, como los brotes de los árboles entre las baldosas y el cemento. Me gusta que hayas sido mi brote imposible que se quedó chiquito entre adoquines. Me gusta que seas ese verde que corta la calle con impunidad y esperanza, que permanece implacable. Diminuto pero presente. No va a crecer. Tampoco va a ir a ningún lado. Permanece ahí. Ese rayito de sol en el invierno frio que nos acobija un poco. Ese abrazo sanador fugaz de mirada cómplice un instante. Ese momento que nos quisimos mucho atemporales y separados

Mariposas

 Estabas muerto por adentro habitando en otro cuerpo. Sabías que las mariposas mutan? Sabías que después de estar incómodas, después de lo horrible y lo ajeno Vuelan? Estabas muerto. Del capullo. Desde adentro. Te pudrías. El hedor te trepaba a la piel, en ese traje que vestías con ojeras negras y el rostro desfigurado. Estabas muerto. Sonreías vacío. La putrefacción te derretía la piel. Se puso negra. Se puso dura. Como corteza en el invierno. Floreciste en primavera, Del capullo renaciste. Sabías que las mariposas mutan?