Entradas

Mostrando entradas de julio, 2012
_V ivimos tiempos de locos Alan. _Esa no es razón suficiente para que te sumes a su locura. _Pero tampoco lo es para quedarme fuera del sistema, lo sabes. Hoy en día o formas parte, o no sos nada. Ya no es como solía ser allá hace muchos años, hoy somos la sociedad de la imagen, todo vale lo que un instante y duras lo que los demás vean. No podemos ir en contra de eso, no me podes hacer salir de eso. Como tampoco vos podes salir. _Sí que se puede Iris.. Hay que hacerlo. _Es una locura. _Después de todo, ¿No dijiste vos que todos lo estabamos? _Sí… pero, es distinto. _¿ Por qué? _Simplemente lo es... _Si es una locura, y estamos todos locos.... _No, vivimos tiempos de locos. En los que la violencia es lo más cotidiano, y la seguridad una utopía de la sociedad. Donde el homicidio es la moneda común y matar al de al lado lo mejor. _Tiempos de locos. Me quedé callada al lado de él. Si bien, Alan tenía unos pocos años más que yo, siempre se sorprendía al escuchar las

La resistencia

Te acercas a mi, sin ningún tipo de respeto. No te importa que me pongas nerviosa, es más a veces creo, después de todos estos años que lo disfrutas. Me miras cuando me sonrojo, sonrío y miro hacia abajo. Una ricita simpática huye de tu boca al verme morderme con nerviosismo los labios. Tu mano termina en mi mejilla, obligándome a mirarte a los ojos. Siempre los encontré más dulces que la miel, profundos como un océano y cargados de eso, que te vuelve tan vos mismo y no tiene descripción alguna. No hace falta que digas nada. Nunca lo hizo. De hecho, creo que sos de esas personas que las palabras no le hacen falta, que en un mínimo gesto, expresan todo. Sonreís con dulzura, y me miras esperando. Mi respiración se acelera a cada segundo que pasa y temo que mi corazón rompa mi pecho, y solo puedo continuar mirándote a los ojos. Tu otra mano, se aloja en mi cintura, y comienzo a creer que la cabeza me va a estallar. Estas tan cerca y tan lejos a la vez, y no paro de pensar en nada. Cad

(3)

Y ella, ella ya no quiso mirame nunca más a los ojos. Todavía a veces cuando la cruzo percivo el desprecio en su mirada. Ya no me quiere cerca de ella, y encuentro tan infinitamente lejanos los días en los que nos reimos a carcajadas juntos, y el tiempo había perdido importancia- Ahora, ahroa somos dos extraños. Camina a mi lado, y no pronuncia ni palabra, ya los suspiros no escapan de su boca insinuandome que espera que le diga algo. Simplemente, mantiene la vista al frente. Ninguna excusa es lo suficientemente fuerte como para llamar su atención, mucho menos conseguir que su voz suene por mi. Estoy tan cansado de esto. De ser simplemente nada al lado de su presencia, de no conseguir ni una mirada de reojo, y es que necesito (tanto necesito) que con esa dulzura tan suya se enriede en mi cuello y poder entre mis brazos aprisonar su cuerpo. Quiero volver a sentir esa paz que solo ella me da... pero ella, ya no esta, y el invierno, se tornó eterno, no deja de llover. El viento me robó
No escribo no porque no quiera, sino porque no se como explicar todo lo que me haces sentir. Las palabras me parecen demasiado ordinarias para otorgarles el derecho de trasmitir semejante sentimiento. Son tan pequeñas, tan escasas, que no logró que digan todo lo que quiero decir. 

Existencia.

Existen personas con capacidades sumamente destructivas, absolutamente dañinas que no tienen ningún tipo de piedad ni concideración a la hora de observar vidas ajenas, ni nada que esté dentro de estas. Existen personas que se creen dueñas de una superioridad absurda, con una estúpida linea de pensamiento, que convencidas están de que la edad les proporciona sabiduría cuando no es así. Existen caprichos a los noventa años, existe la estupidez inmedible a los cincuenta, existe la gente vacía de mente en cualquier orden de la vida, como también a cualquier edad, existe en todos lados la mediocridad en cualquier forma de expreción y mentes vacías sin ningún tipo de valor. 

Finitud humana

Yo en mi ordinaridad más humana y ella, ella es una flor que crece en un pantano. Exotica por exelencia, y yo atada a la simpleza de este cuerpo finitamente mortal. Ella en sus risas, su carisma, su gracia y su todo, y yo yo en torpeza humana, mi histeria y mi desecuentro emocional. Ella y sus desplantes, sus respuestas elocuentes. Y yo.. yo sigo siendo tan común, tan humana. Porque me descubro ausente de singularidad alguna, me descubro vacía en un mundo que no existe, que jamás cree, me descubro sola en una realidad que no es. 

*

Era una de esas noches largas de invierno. En las que sabiamos que probablemente no dormiriamos. Caminabamos pura y exclusivamente por inercia, y nos dolían hasta los huesos. Ya no sabiamos como ni donde estabamos, lo único de lo que eramos concientes era que todavía para el amanecer faltaban incansables horas, la noche sobre buenos aires podía ser inmortal. Caimos al piso debastadas, y entre risas, nos quejamos de que nos dolieron las rodillas. Ellos con esa sonrisa maldita nos admiriaban, admiraban nuestro estado, y nosotras nos reiamos de eso, mientras nos sentiamos en el máximo esplendor de nuestra nefasta y desperdiciada adolescencia cargada de estupefacientes. Seguimos, como pudimos. Alan estaba enojado conmigo, pero ya no me importaba, yo quería seguir mi camino, y llegar a mi destino. Queria seguir empujandome hacia el extremo, ahogarme en mi propio infierno.

Tres coma catorce (2)

Te miré a través de esa mirada tan ausente y comprendí que nuestros instantes jamás existieron, que todo lo que creimos contrusir, en realdiad no existia. No era más que una simple fantasía un engaño a nostoros mismos. Te exprese mi inquietud, y no contestaste. La encontraste sumamente ridícula, y no entendí por qué. Ahora los silencios era lo que más nos describian, cuando allá hace no mucho, hablabamos hasta quedarnos sin aire.. o era sólo ruido y jamás nos contamos en verdad nada, y esa conexión que creímos increíble no existía. Me quede callado, acá tan lejos tuyo,  tan lejos como siempre, y se que no supiste comprenderme. Creo a veces que jamás comprendiste ni una mínima parte de lo que yo vi en nosotros, porque siempre permaneciste ahí tan encerrada dentro de vos misma. En tus penas, tus glorias, en vos y no lograste jamás salir de tu pequeño mundo.

Tres coma catorce (1)

Se escuchó un tiro. Rompió el cielo. Nos quedamos atónitos, ni nos movimos. La ciudad está a oscuras, hace ya varias horas y cada vez hace más frío. La llovizna intensa que no para de caer, parece que te agujerea la piel. Las nubes no se van, la luna se niega a irrumpir en el escenario, y vos, vos seguis ahí tan lejos. Más lejos que nunca, te siento así, y no le encuentro razón. A veces no hay razones, ni coherencia para la realidad, simplemente sucede, y no tiene ni pies, ni cabeza, simplemente es. Es que ya no estas, hace rato que no estas, y no logro encontrarte. Te busco, siempre te busco, en todos lados te busco. Ya no estas. Tus ausencias se vuelven eternas, y estas lejos siempre tan lejos. Tu presencia es efimera, y se vuela en el viento. Ya no te siento. Ya no estas conmigo, ya no hay nosotros, ya no hay nada, y acá en esta ausente Buenos Aires sigue lloviendo. Se sigue rompiendo el cielo, porque vos seguis sin aparecer y los días se van. Se van con mi vida, se van con mi al
Hace horas que Buenos aires está a oscuras, que el sol se retiro por completo. La temperatura va bajando de a poco, yo sigo caminando por las vias del tren. Me pasan por al lado y yo sigo mi camino. Los faroles esta noche no se encienden, estamos de luto. Las personas siguen su camino como si nada, como si las llevara en verdad a algún sitio. Ahora yo se que no es así, nada nos lleva a ningún lugar en especial. Sigo caminando. Ya no se si es por inercia o por qué, simplemente lo hago. Justo cuando descubro que estoy desabrigada, me doy cuenta de que estoy helada. Tengo frío. Me cruzo de brazos y sigo camino. Me preguntó que tan lejos podes estar, que habrá sido de vos en todos estos meses, sinceramente no sabía, pero prefería mantenerme en la ignorancia estamos bien así.  Llegué a casa no mucho tiempo después. No me dediqué a pensarte, tampoco en el millón de cosas que debía de hacer, simplemente, me tiré en mi cama y dejé que mi sueño profundo tragara mis inquietudes. 

Reirse a carcajadas

Ya ni me acuerdo cuando fue, sólo me acuerdo que me miraste, sonreiste y supe, que ya no había escondite para mi, que habías descubierto mi secreto mejor  guardado. Me miraste con esa mueca tan tuya, que a veces parece tallada en tu rostro. Sólo pude devolverte la sonrisa, y me fui, como si no hubieras develado nada que cambiara mi vida. A veces me pregunto si de verdad lo descubriste o sólo la idea asomo en tu mente, sin embargo, todo siguió como antes, y al verme otra vez  dibujaste esa misma mueca en vos. Yo no tengo muchos secretos, de hecho, solo me se dueña de uno, de ese que esa tarde descubriste mientras logré romperme. Me preguntaste porque siempre me reia, porque siempre me podía reír a carcajadas, y simplemente me encogí de hombros mientras pintaba una sonrisa en mi rostro. Ese era mi secreto, reirme a carcajadas, hasta que me doliera la panza. Me reía para no llorar, ese era mi lema. Me reía porque así mi alma se aferraba a la última gota de vida que corría por mis venas,

Mis maravillas en llamas

La forma más dulce y cruel de inicinerarse se basa pura y exclusivamente en tu arrogancia. En esa sonrisa tan tuya cargada de malicia que ama verme partida al medio. Vos y yo somos así y así de enferma es nuestra relación. Yo te enveneno a vos y muero en el tuyo. Para que solo vivas y mueras por mi, para hacer lo mismo sólo por vos. Para ahogarnos en nuestro repugnante egoimo, que nos pudre y asesina... que nos contamina.

las viudas de santo domigo II

Nosotros nos reimos porque nos acostumbramos a esto, a reirnos para no llorar. Nos acostumbramos a que con nuestra risa, le podiamos hacer cosquillas a todo el mundo, y así nadie sufria. Nos convenciimos que nosotras tampoco lo hacíamos, y así pasaron los años y nos seguimos juntando. Todos los domignso en el mismo lugar. Para contarnos lo que ya sabemos, para convencernos de que esta vez aprendimos y no ibamos a volver a creer las mismas mentiras de siempre. Nos juntamos a fabricar una realidad mejor de la que tenemos, a creer que tal vez había un mejor mañana para las viudas de santo domigo, y nosotras, las hijas, la última generación.  En esa mesa, que nos vio a todas llorar, reir y demás.