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Mostrando entradas de julio, 2018

#Macarena

Hace cosa de un año en el cumpleaños de mi prima Caro, Maca, otra prima me contó que había conocido al que ella denominó 'el amor de su vida'. Me contó cómo a lo largo de dos años fueron y vinieron, él se estaba separando cuando la vida los cruzó en un laburo que ella había pegado 'de puro pedo' y que en cuanto lo vió ella le dijo que tenían que estar juntos. Por esas cosas de la vida, se habían separado hacía dos meses, poco antes de que la echarán del trabajo. Se juntó la plata que tenía ahorrada y se fue dos semanas con las amigas a Cancún y se la pasaron de fiesta en fiesta, tragándose las ganas de llorar.  Volvió a Buenos Aires y la realidad la estaba esperando en el aeropuerto, proque por más alcohol en sangre que haya podido tener durante quince días, y todos los extraños con los que hizo catarsis, Lautaro ya no estaba, la había dejado, y algo de la vida se le había roto ese día. _y ahora ¿Qué hago? ¿Qué hago con todo este amor que le tengo? Me lo meto en el o

Ambigua

Ante todo y sobretodo soy ambigua, muy ambigua aunque no sea un adjetivo que pueda denotar cantidad. Soy todo lo que hablo a mil kilómetros por hora, pero a la vez callo mucho y dura tanto como la eternidad que han sido mis cortos años de vida hasta el día de hoy. Soy la sonrisa pícara que me asoma a la boca cuando se que me están mirando y mi cuerpo íntegro se pone al asecho, es hora de cazar y de ver como el otro se rinde ante mi mejor sonrisa compradora que se tiñe de una inocencia ensayada, y palabras calculadas. Pero también si me miran con atención y ven más allá de esas muecas y todo lo que puedo vender, se me hace un nudo en el estómago cuando alguien es capaz de encontrarme detrás de tanta pantomima y me duemuele los muros. Me arde la cara y el cuerpo si me ves a mi sin tanta perorata. Soy la misma que se devora libros enteros en horas, puede recitar textos de memoria, autodidacta, y sin mayor problema para aprender nada, porque siempre quiero saber más, necesito saber más.

Insomnio +

Creo que empezó cuando tenía doce o trece años. No me acuerdo bien como fue, pero estoy segura que en ese momento se volvió regular. Caía la noche y a mi me subía la angustia y cuando estuviera la casa sumida en un silencio sepulcral mi cabeza iba a hacer tanto ruido que no iba a poder dormirme hasta después de haber llorado tanto que terminara quedándome dormida de la angustia, cansada de llorar. Cuándo falleció Juan se puso peor. Mi cabeza me comía a cualquier hora y por las noches me tragaba sin siquiera masticar, y lloraba hasta que me quedaba vacío el alma y el cuerpo entero me dolia. Tres años después lo mataron a Dani y el insomnio se puso peor. Cada vez que me metía en la cama de noche sentía como si algo intentara arrancarse de mi propio cuerpo, de mi, tirando hacia afuera, tratando de despegarse de mi piel, y el cuerpo, el alma y la racionalidad me dolían, ardían ¿Cómo un pibe de mi edad es capaz de matar a otro sin ningún tipo de remordimiento? Las ojeras se me marcaron, l

vacío-a

Me quedé sentada mitando la nada, como si me hallara perdida en un lugar que ya conocía. Me senté y me quedé vacía. Sentía esa presión que te aplasta, que va de la mano con las ganas de llorar. No quiero hacerlo, siento como si nunca fuera a parar si empezara. La cabeza me da vueltas. Todo me da vueltas. Quiero salir corriendo de este lugar. Ya no sé que es real, ya no tengo certeza de ningún tipo, y tengo miedo, mucho miedo, me sube por los pies, me cala hasta los huesos. Me quedé sentada, en silencio, por horas. No podía ni efectuar ningún movimiento. Me quedé vacía.