Todavía, después

Hoy fue uno de esos días.
De esos en los que todo me cuesta diez veces más, en los que abro los ojos y siento como si el peso de mi cuerpo se hubiera multiplicado muchísimas veces mientras dormía. 
Hoy fue de esos días en los que entre que me dormí y me desperté me perdí un poco.
Me quedé mirando la nada y sentí el vacío. La ausencia siempre pesó mucho más por contraposición.
Me pregunté qué sería esta interferencia y no supe que responderme. Un llanto de proporciones múltiples y una fuerza desgarradora trepó por mi garganta. 
A veces creo que esto, todavía, es el después, que todavía siento en cuerpo y alma el eco y como rebota contra todos los lugares posibles ese dolor enorme que alguna vez me desmembró, y ese temor grandilocuente sigue reclamando su lugar. 
Ya no quiero temerle a las mismas cosas, ya no quiero hacerme un bollo cuando me arda la piel y me la quiera arrancar. Quiero dejar de sentir que ni mi cuerpo me pertenece que estoy ausente dentro de mi. 
Esto, todavía, es el después. 

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