Insomnio +

Creo que empezó cuando tenía doce o trece años. No me acuerdo bien como fue, pero estoy segura que en ese momento se volvió regular. Caía la noche y a mi me subía la angustia y cuando estuviera la casa sumida en un silencio sepulcral mi cabeza iba a hacer tanto ruido que no iba a poder dormirme hasta después de haber llorado tanto que terminara quedándome dormida de la angustia, cansada de llorar.
Cuándo falleció Juan se puso peor. Mi cabeza me comía a cualquier hora y por las noches me tragaba sin siquiera masticar, y lloraba hasta que me quedaba vacío el alma y el cuerpo entero me dolia.
Tres años después lo mataron a Dani y el insomnio se puso peor. Cada vez que me metía en la cama de noche sentía como si algo intentara arrancarse de mi propio cuerpo, de mi, tirando hacia afuera, tratando de despegarse de mi piel, y el cuerpo, el alma y la racionalidad me dolían, ardían ¿Cómo un pibe de mi edad es capaz de matar a otro sin ningún tipo de remordimiento? Las ojeras se me marcaron, los profesores en el colegio preguntaban si dormía, y yo fingía la misma sonrisa que tenía tan ensayada que salía por inercia y cualquiera me compraba.
Caía el sol y yo sentía como me desgarraba, en silencio todas las noches oculta entre las sábanas y los muros de mi habitación. Lloraba en silencio, gritaba en silencio, y solo quería huir de mí.
Paradojica como es la vida y casi del orden de lo trágicomico, la ironía  entre otros tres años más tarde otra vez le vería la cara a la muerte, y me iba a quedar una vez más boyando, orbitando en la vida sin entender nada. Diecinueve años perdida dentro de mí, luchando todas las noches por conciliar el sueño, tratando de separarme de ese ser, ese cuerpo con esa desdicha que parecía programada.
En algún momento, las noches eternas pararon. Hubo algún entonces en el que dejé de poder dormir cuando el cansancio le ganaba al llanto desconsolado que me brotaba de la garganta e inundaba mi almohada.
Hoy, después de mucho tiempo aquí estoy ahogada en mi misma, apenas pudiendo respirar. Gritando en silencio, llorando en silencio. Porque cuando todos duermen y el silencio sepulcral se instaura, nadie tiene que oir el estruendo de la infelicidad.

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