Del presente que soñe y no tuve

Siempre imaginé a las ilusiones como si fueran un faro de luz, y a los sueños como expectros más fuertes y amplios de esa luz.
Pisé las hojas en el suelo, el viento frío del otoño me empujo un poco hacia adelante y pensé en todas esas cosas que nos perdimos de vivir juntos, como las tardes en las que pega un poco más el sol y no hace tanto frío, y como seguro hubieramos caminado de la mano y en alguna esquina me hubiera refugiado en vos del frío.
Pensé en como todas las cosas que no me gustan ni del invierno, el otroño o el frío me podían gustar con vos. Como las tardes grises y heladas, como las noches de tormenta.
Pensé en todas las cosas propias de las estaciones que me hubiera gustado compartir con vos, y otras de la vida misma. Me acordé de como me hubiera encantado disfrutar de esos dolores lindos que te da la vida y las personas, las lágrimas y el dolor de panza, de reirte mucho con alguien.
Me recordé imaginando días eternos con vos. Me recordé incluso imaginando por lo que podríamos llegar a pelear.
Me acordé de los sueños que matamos antes de comenzar.
Como todo se volvió oscuro, y el color de mis sueños y mis ilusiones se apagó.
Me acordé como te perdí sin nunca haberte tenido, y como me ardieron en la piel todos los abrazos que nunca pude tenr, ni nunca pude dar. Me acordé de todo lo que podíamos haber sido, pero no, porque a veces simplemente la vida decide que no.
Y ahí, terminan y se apagan se vuelan todo lo que uno imaginó.

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