Alan era eso, la reducción de un extenso universo a un, nosotros dos. Nosotros, y el mundo. Nada más. En el mismo instante en el que su piel entraba en contacto con la mía, y mi conciencia, parecía huír, porque jamás pudimos encontrarnos mejor que en esta extraña inconciencia. Yo soy de esas personas que no saben describir el amor, mucho menos, cuando lo sienten, pero aún así sabía que era esto en realidad. Me estaba enamorando, sí, de él que era un misterio. De él, que era todo, cuando yo, me sentía nada.
2019
No me saque ninguna foto con mi familia, ni mis tíos, ni mis primos. Me reí mucho, comi cosas ricas, mis primos me pusieron al tanto de sus vidas, me hicieron un regalo que no me esperaba, bailé con mi sobrino en brazos y me miró con sus pequeños ojitos con tanto amor que sentí que el universo se reducía a nosotros en la casa de mis tíos mientras cantábamos todos juntos las canciones a los gritos. En ese momento, en el que todo se disipó, en el que simplemente estuve ahí, en ese ahora, sentí la liviandad de ser feliz, y quererse a uno mismo, pero también lo hermoso de un hogar lleno de gente que te quiere mucho y vos querés de la misma forma, y que en un abrazo se corta la distancia y el tiempo y ya no importa que tan poco o que tan mucho nos veamos, el cariño es inmenso. Una parte de mi alma vive en esta ciudad. Vive en sus calles numeradas, el parque al que llamó bosque, la arena en la que hundo los dedos de los pies, el olor del mar que me llena los pulmones. Vive en los abrazos d
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