Me enamoré de vos esa noche, de tu piel, de tu risa y tus muecas, la forma en la que tu cuerpo se contraía con las cosquillas. De como entre juegos siempre terminaba encima tuyo tratando de ahogarte con la almohada, y volvíamos a batallar por quién hacía reír al otro, y otra vez tratábamos de ponernos serios. Por un instante funcionaba, pero al siguiente otra vez estábamos partiéndonos de risa.
En la penumbra me prometiste un para siempre, y con una sonrisa en la cara lo afirmé, aún ambos sabiendo que nunca podría ser.
Salió el sol, se rompió el hechizo, pero está bien, ambos esperamos una eternidad donde el tiempo nunca nos dió lugar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

2019

A mis 19