Desde que tengo uso de conciencia he estado obsesionada con la idea de poder congelar instantes de nuestra vida en la eternidad. He querido incontable cantidad de veces ciertas sensaciones poder atraparlas, plasmarlas en ese preciso momento en el que una sensación tan particular te inunda que resulta realmente complicado definirla. En uno de mis novelas favoritas, el autor la define como “sentirse infinito”, y desde que lo leí, no podría estar más de acuerdo con que esa es la definición perfecta para esto mismo. Sentirse infinito.
Ese instante, en el que las carcajadas te brotan por la garganta con tanta intensidad, y las lágrimas se abren paso a través de tus ojos, el estómago se contrae, duele, pero es un dolor feliz.

Realmente creo que si a cualquiera le explicáramos qué es sentirse de esta forma en cuestión podría identificar momentos en su vida en los cuales se ha sentido de esta forma. (…)

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