Egoista.

Creo que lo que más me dolió de todo, de un modo completamente perverso, fue verla tan feliz. La forma en la que su sonrisa se extendía por todo su rostro, incluso cuando me vio, y con esa soltura tan suya se alegró de verme, y de “verme tan bien”. Me dolió por sobre todas las cosas saber que nunca la había visto sonreír así, y menos conmigo.
Sobre todo porque era feliz, y no conmigo, y esa es la parte más triste, que seguía siendo la persona que ella había dejado atrás, esa que egoístamente quería que fuera feliz, pero sólo por lo que yo hacía, no por quien ella era. La quería feliz, pero mía. Feliz, pero solo en mi compañía.


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