Yo, Elén

(I)
  Cuando termine de escribir Elén entre en pánico porque creí que nunca más podría escribir. Así fue como pase unos meses con la misma introducción para algo que nunca escribí.
  El hecho de haberme mimetizado tanto con ella llevo a que cuando todo termino, y le puse fin a su historia, temí que mi vida acabara junto con la de ella.
  Después de un par de meses comprendí que ella era invento mío y quien podría seguir con su vida sería yo. Ese es mi problema cuando durante mucho tiempo escribo sobre algo, la realidad y mi imaginación se funcionan y me empiezo a cruzar a mis personajes, en la calle, en mis clases, aparecen mirandome o simplemente que va a pasar después.
  A veces tengo la sensación de que saben que el curso de su vida lo dicto yo, y otros que no. Que simplemente me conocen, y nos conocemos, y que no saben que su vida, lo bueno y lo malo que les sucede es culpa y creación mía.
  A Elén nunca le envidie nada, o casi nada. Lo único que sí le envidie siempre fue Joaquín, que a pesar de ser mi creación, siempre me cuestione porque ella había tenido la suerte de conocerlo y compartir con el cosas que yo nunca podría hacer. Sobre todo porque  vive en una realidad alterna,y  pura y exclusicamente mía.
  He llegado a creer muchas veces que yo no los invente a ellos, sino que mutuamente nos creamos,  yo a ellos, y ellos a mi.  Porque desde que existen he crecido como persona. Tal vez siemrpe existieron y recién hace un tiempo les puse nombre, un cuerpo y una vida.
  El día que terminé Elén sentí como se iba de mi, y puede que haya sido un poco así, que haya escapado de mi imaginación. Varias veces me la encontré caminando feliz, cerca de mi casa, me sonrió y siguió camino.
  Casualmente después de cruzarmela a ella siempre aparecía un chico nuevo en mi vida. Las veces que salía todo mal, y la histeria se apoderaba de mi, Joaquín me esperaba sentando en el sillón que está al lado de la puerta de mi habitación. Yo, bajaba la cabeza, y él entraba tras de mi escuchar como me quejaba. Pobre, siempre tuvo que escuchar el mismo discurso. Alguna que otra vez, se reía, se levantaba de donde estaba y venía a hacerme cosquillas.
  Una de las últimas veces queme cruce a Elén, encontré mi Joaquín.
  Lucas, tieneun caracter especial;  una pasiencia inceible, pero aún así, es de enojarse fácil. Cuando nos  conocimos, hasta el cielo rugió, y una lluvia intensa estalló sobre ambos, porque tantas veces nos encontre incompatibles, y, en nuestras discusiones, a veces se sentía hasta la tierra temblar.  El caracter, lo teníamos los dos, y el orgullo también. Sí lo pienso, siempre me pregunto como es que llego a suceder. 

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