Alan era eso, la reducción de un extenso universo a un, nosotros dos. Nosotros, y el mundo. Nada más. En el mismo instante en el que su piel entraba en contacto con la mía, y mi conciencia, parecía huír, porque jamás pudimos encontrarnos mejor que en esta extraña inconciencia. Yo soy de esas personas que no saben describir el amor, mucho menos, cuando lo sienten, pero aún así sabía que era esto en realidad. Me estaba enamorando, sí, de él que era un misterio. De él, que era todo, cuando yo, me sentía nada.
De repente, la luz se fue. Me quedé inmovil, sin decir nada, porque, yo sabía que vos estabas ahí. Abrí los ojos , pero esa oscuridad tan inmensa, me tragó. Sentí tu respiración a unos pasos de mi. No quería hablar con vos, con nadie. _Estas bien?- Quería contestarte 'Qué te importa', pero me pareció muy descortez. Hice una mueca de disgusto, y no volvì a hablar. Y descubrí por qué durante tantos años me ponía de mal humor la oscuridad, porque durante tantos años le temí, porque ahí ya no me podía esconder de nada, no había nada que pudiera esconderme de mi misma, y en esa claridad tan particular me descubría a mi. A mi, en mi desastre a mi misma, que tanto me detestaba.
Comentarios
Publicar un comentario