Hola, gracias por ser mi compañero de aventuras. No sé mucho ni bien qué decir cuando las personas me hacen así de bien, así de feliz. Si puedo decirte que con vos en el medio de la soledad inmensa de la cuarentena nunca deje de sentirme en compañía. Gracias por eso. Gracias por ese amor inmenso que me das que parece que no entiende de distancia. Charlar con vos es estar ahí con vos. No sé cuantos mates compartimos entre el conurbano y capital, en ese lugar en el medio e imaginario que nos pertenece. Me gusta pensar que a veces estamos en tu terraza y otras en el patio de mi casa. Me gusta esta amistad perteneciente al orden de lo maravilloso porque tanto amor me ha sabido sanar.
Me gusta reírme a la par tuya e imaginarme tu mueca desordenada de la carcajada. Me gusta esta casualidad y todas las consecuencias que nos trajeron hasta acá. Ente el universo que nos cruzo y todas estas decisiones.
La caída
Hace algunos años, más o menos para la el fin de la Segunda Guerra Mundial (entre otros eventos igual de trascendentes para la historia de la humanidad) se produjo "la caída del proyecto moderno" esto en pocas palabras (y desde mi inexperto conocimiento) más o menos quiso decir que se les había roto el paradigma sobre el cual se había construido la modernidad y en gran parte esto tuvo que ver con que aquellos valores por los que había velado la modernidad, promoviéndolos resultaron ser nada más ni nada menos que una gran decepción. Un poco porque con el espíritu con el que se fundaron no fue del todo honesto consigo mismo a la hora de configurarse, como ocurrió con la igualdad, que todos somos iguales, salvo qué algunos son más iguales que otros como bien dijo Orwell; ya que cuando este valor se levantó como estandarte existían diferencias irreconcilliables en cuanto a la igualdad entre los seres humanos. Otro poco se debió a que se tenían conceptos errados. El del ...
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