Ya no sé para qué sigo intentando algunas cosas. Tal vez tenga que ver con qué soy un poco cabeza dura, o tengo este espíritu entusiasta que cree que todo se puede, y nunca termino de perderle la fé a nada. Por ahí tenga que dignarme a entender de una buena vez, que por más ganas que uno le ponga a las cosas, van más allá de nuestra voluntad, que tampoco está mal si un día me canso de intentar después de darme la cara contra la pared treinta veces seguidas y me hayan sacado a patadas otra buena cantidad. Simplemente hay gente que no nos quiere cerca. Simplemente hay cosas que no pueden ni van a ser, ni ahora, ni nunca.
De repente, la luz se fue. Me quedé inmovil, sin decir nada, porque, yo sabía que vos estabas ahí. Abrí los ojos , pero esa oscuridad tan inmensa, me tragó. Sentí tu respiración a unos pasos de mi. No quería hablar con vos, con nadie. _Estas bien?- Quería contestarte 'Qué te importa', pero me pareció muy descortez. Hice una mueca de disgusto, y no volvì a hablar. Y descubrí por qué durante tantos años me ponía de mal humor la oscuridad, porque durante tantos años le temí, porque ahí ya no me podía esconder de nada, no había nada que pudiera esconderme de mi misma, y en esa claridad tan particular me descubría a mi. A mi, en mi desastre a mi misma, que tanto me detestaba.
Comentarios
Publicar un comentario