Ya no sé para qué sigo intentando algunas cosas. Tal vez tenga que ver con qué soy un poco cabeza dura, o tengo este espíritu entusiasta que cree que todo se puede, y nunca termino de perderle la fé a nada. Por ahí tenga que dignarme a entender de una buena vez, que por más ganas que uno le ponga a las cosas, van más allá de nuestra voluntad, que tampoco está mal si un día me canso de intentar después de darme la cara contra la pared treinta veces seguidas y me hayan sacado a patadas otra buena cantidad. Simplemente hay gente que no nos quiere cerca. Simplemente hay cosas que no pueden ni van a ser, ni ahora, ni nunca.
La caída
Hace algunos años, más o menos para la el fin de la Segunda Guerra Mundial (entre otros eventos igual de trascendentes para la historia de la humanidad) se produjo "la caída del proyecto moderno" esto en pocas palabras (y desde mi inexperto conocimiento) más o menos quiso decir que se les había roto el paradigma sobre el cual se había construido la modernidad y en gran parte esto tuvo que ver con que aquellos valores por los que había velado la modernidad, promoviéndolos resultaron ser nada más ni nada menos que una gran decepción. Un poco porque con el espíritu con el que se fundaron no fue del todo honesto consigo mismo a la hora de configurarse, como ocurrió con la igualdad, que todos somos iguales, salvo qué algunos son más iguales que otros como bien dijo Orwell; ya que cuando este valor se levantó como estandarte existían diferencias irreconcilliables en cuanto a la igualdad entre los seres humanos. Otro poco se debió a que se tenían conceptos errados. El del ...
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