No me creiste cuando te dije que mi sonido favorito en la tierra era escucharte reír a vos, como tirabas la cabeza para un costado y los ojos se te cerraban.
No me creiste porque no tenías ni idea la cantidad de veces que me había detenido a admirar ese espectáculo, ni cuántas veces había calculado qué decir para verlo ocurrir delante de mis ojos. Cómo tu cuerpo se contraía, la sonrisa amplia se te estampada en la cara y tu carcajada terminaba de trepar por la garganta saliéndote disparada la boca.
Pero no, no te podías imaginar nada de eso, porque nunca te habías visto sonreír de esa manera tan mágica de la que había sido testigo y tantas veces me deslumbró.
De repente, la luz se fue. Me quedé inmovil, sin decir nada, porque, yo sabía que vos estabas ahí. Abrí los ojos , pero esa oscuridad tan inmensa, me tragó. Sentí tu respiración a unos pasos de mi. No quería hablar con vos, con nadie. _Estas bien?- Quería contestarte 'Qué te importa', pero me pareció muy descortez. Hice una mueca de disgusto, y no volvì a hablar. Y descubrí por qué durante tantos años me ponía de mal humor la oscuridad, porque durante tantos años le temí, porque ahí ya no me podía esconder de nada, no había nada que pudiera esconderme de mi misma, y en esa claridad tan particular me descubría a mi. A mi, en mi desastre a mi misma, que tanto me detestaba.
Comentarios
Publicar un comentario