Este es uno de los momentos en los que lo necesito conmigo, no para explicarle que me pasa, sino para simplemente abrazarlo y llorar. Porque lloro y purgo una pena, y una despedida que hasta este momento, no era conciente que necesitase lavar. Lloro, y sufro, porque se que esta vez, realmente es un hasta nunca y no un hasta luego. Porque reconozco que, ya no nos une nada, y que de la misma forma que nos desarmamos a nosotros desarmamos muchas cosas incluyendo esa torcida amistad que tuvimos. Lloro, porque se me rompe el corazón en mil pedazos, por lo que alguna vez, te amé.
Implotar
He perdido la costumbre, casi por completo, de escribirte. Digo, porque acá estoy escribiéndote una vez más. Tal vez esta sea la última. Recuerdo agriamente el tiempo en el que escribirte era de lo que más hacía. También recuerdo el tiempo en el que no lo calificaba con ese adjetivo. Porque aún en ese momento no había sido capaz de entenderte como realmente lo eras. Un problema. Un problema arduo y largo con el que a fin de cuentas me acostumbré a convivir y naturalicé como a los vecinos molestos del piso de abajo que se quejan de los ruidos de vivir en un edificio. Un problema que vivía a sus anchas ocupando espacio en mi cabeza sin pagar ningún tipo de alquiler. Llegó el día, por suerte, en el que entendí que era hora de dejarte ir porque yo merecía mucho más que eso. Merecía más que migajas y desplantes. Merecía más que mensajes a la madrugada, encuentro furtivos, la sombra en tu vida. Merecía mucho más que ser tu shot de adrenalina. Tu secreto bien guardado, tu diferenci...
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