Hay personas que tienen la capacidad de
iluminar, de llenar de vida, los lugares
más recónditos de nuestra existencia, que aún en los días más oscuros, mas
lluviosos y demás, logran hacer salir el
sol, al menos un instante. Existen personas con la capacidad de robar sonrisas,
de detener la locura, calmar el llanto, disminuir la histeria, transformarla en
risas. Hay personas, pocas personas, con el increíble don de regalar felicidad,
de trasmitirla y volverla tangible. Hay personas, que son simplemente fantásticas,
y uno no sabe por que. Hay personas, que de un día para el otro se aparecen en
nuestras vidas, para ayudarnos a mejorar, que se los llama amigos, que estan
todos los días soportándonos. Hay personas, a las que no se las puede describir
con palabras, ni con extensos textos, hay personas que simplemente son, para
que los demás seamos. Personas, que vuelven increíble nuestra existencia,
personas, sin las cuales, hoy no podríamos vivir.
Implotar
He perdido la costumbre, casi por completo, de escribirte. Digo, porque acá estoy escribiéndote una vez más. Tal vez esta sea la última. Recuerdo agriamente el tiempo en el que escribirte era de lo que más hacía. También recuerdo el tiempo en el que no lo calificaba con ese adjetivo. Porque aún en ese momento no había sido capaz de entenderte como realmente lo eras. Un problema. Un problema arduo y largo con el que a fin de cuentas me acostumbré a convivir y naturalicé como a los vecinos molestos del piso de abajo que se quejan de los ruidos de vivir en un edificio. Un problema que vivía a sus anchas ocupando espacio en mi cabeza sin pagar ningún tipo de alquiler. Llegó el día, por suerte, en el que entendí que era hora de dejarte ir porque yo merecía mucho más que eso. Merecía más que migajas y desplantes. Merecía más que mensajes a la madrugada, encuentro furtivos, la sombra en tu vida. Merecía mucho más que ser tu shot de adrenalina. Tu secreto bien guardado, tu diferenci...
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