Ensayo borrador 1
Borrador 4 de enero de 2018:
A modo de consecuencia de una serie de eventos
desafortunados del último tiempo que me dolieron bastante me llevaron a
preguntarme un montón de cosas sobre la vida y la muerte, qué somos y demás. Me
he visto incontable cantidad de veces preguntándome y dándole vueltas a qué son
realmente conceptos o palabras que usamos diariamente sin saber exactamente qué
son. ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es el amor? A veces me da la
sensación que en el inconsciente colectivo se encuentran definidos de una forma
saussureana, que su valor está dado por todo lo que los demás no son, y a su
vez son a través de los demás, es decir, yo soy Julieta, quién les escribe
porque no soy quién me está leyendo, y a la vez yo puedo ser quien le escribe
porque existe quién me lea (dicho mal y pronto). Entonces la muerte es por no
ser la vida, y viceversa, la vida es por todo lo que no es, y la muerte sí es.
La vida es una oración por tener punto
final y la muerte es un punto final porque carece de las opciones que da la
oración que vendría ser la vida, y a la vez ambas pueden ser porque ambas
existen.
Es fantástico como construimos el mundo a nuestro alrededor
por contraposiciones, esto está bien porque no está mal, pero ¿Qué es el bien y
el mal? ¿Acaso no son más que construcciones socio-histórico-culturales? Hace
algunos años, y no se espanten al descubrir que no muchos, que una mujer se
dedique solamente a tener hijos y educarlos era algo sumamente razonable y a
todo el mundo le parecía perfecto, hoy nos parece un horror. Hoy ponemos toda
la resistencia que somos capaces de ejercer para poder cambiar el rol que se
nos asignó en la sociedad. Si lo pensamos situándonos en la mente y en momento
en el de dicho ejemplo, más de uno, ( y
por no decir la mayoría) se vería horrorizado
ante el empoderamiento actual que han logrado las mujeres, es más,
muchísimas mujeres estarían dentro de ese grupo del horror.
Entonces, ¿qué es el bien y que es el mal?, yo personalmente
creo que sería capaz de cortarme un brazo por motus propio antes de que mi vida sea simplemente condenada a vivir
para tener hijos a quienes criar sin ningún otro propósito. Yo hoy, siendo
cuatro de Enero del 2018 y con veintidós años soy completamente incapaz de
verme de esa forma, pero si yo Julieta, habría nacido cien años atrás es
probable que la idea de tener la edad que tengo y no estar comprometida con “un
buen hombre” me parecería lo peor que podría haberme pasado en la vida. Lo más ridículo es que volvemos al
principio. ¿Qué será un “buen hombre”? ¿Será
que tiene que ser todo lo que no tiene que ser?, el problema de que sea todo lo
que no tiene que ser, es que le escapan algunas cualidades, que definir por
contraposición hace agua en definir lo que realmente es. Si soy por lo que no
soy, ¿Qué soy realmente? Si definir es limitar, ¿dónde está el límite cuando
solo se es lo que no se es en sí mismo?
Ahí está la encrucijada en las definiciones, en los límites, a veces me
parecen tan pequeñas las palabras para poder explicar que son en realidad
cuestiones tan amplias de la vida misma, incluso qué es de por sí.
Dentro de este gran tópico que representa la vida, ( y todo
lo que es, y vaya a saber uno qué es, o volviendo al tema, todo lo que no es)
otra de mis más grandes dudas, o temas que me rondan continuamente tenemos el
tema y recurrente pregunta que creo que
la humanidad ha intentando responderse más o menos desde que tenemos conciencia
de ser algo que responde a la definición de humanidad, (que vaya uno a saber
qué es, si seguimos con el razonamiento de qué son y no son las cosas) está
¿qué es el amor?. Hace poco leí a un joven
filósofo que decía que lo que uno entiende por amor se da a través de otros,
que por experiencias vividas con y a través de estos terceros uno tendrá su
propia definición de amor, que hasta ahí venía todo muy lindo porque yo misma
pensé en esas personas que construyeron mi propia definición de amor. Ahora
bien, tenemos un gran problema. Si cada individuo construye su propia
definición de lo que es el amor a través de su propia experiencia, ¿no sería
una suerte de “deíctico” el amor? Digo, si se construye en función de cada uno
que se lo apropia, funciona igual que el acá, allá, él, ella, todos giran en
función de un “yo” que carece de valor hasta que se efectúa la apropiación del
ser.
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