Le dije que lo que a mi me perturbaba en si era el universo, como era que eramos tan pequeños y finitos y como es que lo que a nosotros nos significaba un trastorno inimaginable capaz de cambiar el curso de la historia no movía ni modificaba nada de todo eso, que los instantes de los mortales no hacen nada en el extenso universo, como ser tan efímeros y no poseer más que este preciso momento me trastornaba, que solo me pertenecía en ese momento, en ese aquí y ahora porque todos los previos ya se habían desvanecido y los por venir aún estaban tan lejos e inciertos.
Me miró entré atónito y extrañado y simplemente sonrió.
_ está bien- dijo todavía con la sonrisa en la cara, me abrazo- ya veremos qué hacemos.
De a poco la calma me inundó el cuerpo. No porque su respuesta pudiera calmar mi ansiedad, sino porque su abrazo se sintió como estar en casa y esa era la única solución que yo necesitaba.

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