Uno.
Así empiezan las cosas,
una situación común que por alguna razón se escapa de lo ordinario, y
entonces todo cambia, le da un giro argumental a la historia, o simplemente es
el fin de la vida como la conocemos. Hablo de esos instantes en la vida que en
el momento en el que los vivimos no les damos la trascendencia que deberíamos
darles, porque sin saberlo ese es nuestro nuevo comienzo, el nuevo “punto de
partida”.
¿Este cuál es?, no se. No sabría decirlo, hay más de uno que
podría serlo, podría ser la forma que tenía de no mirarme, pasarme por alto, o
las luces de esa noche en ese bar de mala muerte, o nuestra primera risa
juntos, o esa forma que tenía de sonreírme o muchísimas tantas otras.
Asumamos que nuestro punto de partida es todo lo que no
pasaba. Cómo sin entender por qué me
ponía nerviosa y como me molestaba que estando acostumbrada a llamar la atención
no me registrara.
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