Egoísta.

Me parece mal que siendo que ya pasaron dos semanas desde que te fuiste, todavía no fui capaz de escribir nada en tu memoria. Creo que no lo hice porque no se bien que decir, o tal vez existe la posibilidad de que en algún punto, la idea, todavía me suena de lo más irreal. ¿Cómo podría un joven de diecinueve años, abandonar este mundo?, bueno, lo más curioso de esta pregunta, es que no es la primera vez que en mi corta vida me toca hacerle frente.
Tengo diecinueve años, y desde el punto de vista más egoísta de todos, me preguntaré abiertamente ¿Por qué yo?, ¿Por qué en tan poco tiempo vivido he tenido que atravesar tantas muertes jóvenes? ¿Qué hice para merecer este dolor?, pero, más allá de mis preguntas, se que no existe una respuesta a ellas.
Hace un año y un poco más, ante la misma pregunta, en otra ocasión, llegué a la conclusión de que los humanos vivíamos por morir, que, el precio de esta vida, era la muerte. Cuando una persona alcanzaba el "límite" de lo que había "contratado" moría, así, sin más. Porque eso es lo que ocurre eventualmente cuando se es mortal, uno, inevitablemente, muere. De la misma forma que esto ocurre, otros nos toca quedarnos. Nos quedamos acá, solos. Solos en nuestro dolor, solos ante un mundo vacío de ese ser querido que se ha ido, a veces de una forma con tan poco sentido. Nos quedamos acá frente a un mundo que de repente se vuelve frío e incomprensible. Todo resulta tan estúpido, tan insignificante, y todo lo que ayer podría habernos molestado, hoy suena tan superficial, tan efímero. Los humanos somos instantes, instantes que se borraran de la eternidad sin dejar ningún rastro, instantes que se pierden en el viento, y nadie ya los recordará más, como las hojas cuando se enriedan en él, y vuelan muy lejos.  Así es la existencia humana, así de corta, así de  fácil de olvidar, y de esa misma forma, llegará un día que todo ese dolor que te desbordaba, simplemente, desaparece, se va con el mismo viento que se llevó una vida humana, y volvemos a empezar.
Ya no busco un por qué. Entendí que no lo hay. Sólo me fastidia, otra vez, volver a empezar.

Sólo espero, 
 que donde quiera que estés, ya nada duela, 
ya nada pese, ya nada afecte. 
Solo espero, 
que allá, encuentres nubes de masa pan, 
amaneceres de colores, y lágrimas de risa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

2019

A mis 19